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samedi 30 avril 2016

Del tal padre, tal hijo. (Relato) - Tercera Parte

UN ACTO PROHIBIDO.

Alex se bajo del taxi y tras estirar su adolorido cuello, contempló los edificios que se levantaban ante él. Las moles de concreto dominaban la calle con su agradable color azul. (...)  La puerta se abrió. Un hombre de treinta y tantos años, alto, mal rasurado, de torso desnudo y complexión atlética, salió y miró a Alex con desconcierto.
(...) Su miembro se endureció de manera inmediata extendiéndose en toda su longitud, reclamando ser satisfecho, ya sin excusas. Casi sin darse cuenta llevó su mano hacia su sexo, lo asió con fuerza, y comenzó a masturbarse.(...) Se imaginó tocando aquel cuerpo, cediendo a sus más bajos instintos, dejándose poseer de todas las maneras posibles por ese glorioso espécimen masculino que era su entrenador y también su propio padre.(...)
-¡Te deseo, te deseo desde que abrí la puerta y te vi! Al principio pensé que eras un chico cualquiera, el chico más hermoso que hubiera visto, pero de inmediato caí en cuenta de que eras mi hijo- Mientras hablaba extendió sus manos acariciando el rostro de Álex de manera frenética – Pensé que se me pasaría, que podría controlarlo, pero cuando te vi medio desnudo y después de tocar tu piel… supe que estaba perdido...
- ¿Es que no te das cuenta de que yo siento lo mismo? – replicó Álex con la voz quebrada...
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...Héctor se separó un momento de los sedientos labios de su hijo. Lo miró con avidez, sus ojos se llenaron de aquella joven y masculina belleza. Si, lo deseaba y toda objeción que hubiera existido antes dejó de ser importante.  Lo único que contaba era el aquí y el ahora. Atrajo a Álex hacia si una vez más y tras besarlo frugalmente en los labios, le besó el cabello, los párpados, las orejas, el cuello. Héctor deseaba devorar ese cuerpo y con tal de hacerlo rodeó el torso del chico con más fuerza, obligándolo a subir al sillón y ponerse a horcajadas sobre su regazo. Héctor se encontró con la mirada de Álex; ambos pudieron ver el deseo reflejado en los ojos del otro. Se deseaban, no había dudas ni vuelta atrás. El muchacho sintió la mano de Héctor recorrer su espalda desnuda, desde la base del cuello hasta su cadera.  Un momento después, la otra mano de su padre le acariciaba el pecho, enredando sus dedos en el suave vello que nacía en sus pectorales y vientre. El chico no pudo evitar sentir un escalofrío de placer recorriéndole toda la piel.
      - Eres el joven más hermoso que he visto en toda mi vida - Tras estas palabras, Héctor acercó su boca a uno de los pezones de su hijo y comenzó a lamerlo con deleite.
     Álex soltó un gemido al sentir aquella caricia.  Su cuerpo se estremeció y el placer empezó a aumentar en oleadas conforme sentía la ardiente boca de su padre chupar y morder su virgen pezón, ahora erecto y sonrosado.  Héctor sonrió al notar la reacción de Alex. Quería obsequiarle con el mayor placer del mundo, después de todo era su hijo y sólo quería lo mejor para él. Así que puso a trabajar la destreza que había adquirido con los años moviendo sus labios por el torso y abdomen del chico, lamiendo, mordiendo, succionando, prodigando caricias y arrancando suspiros de satisfacción. Mientras degustaba el sabor de la juventud que yacía en aquella piel, Héctor ocupó sus manos en recorrer nuevamente la piel de la espalda de su hijo, bajando cada vez mas para después colar sus manos dentro del ajustado bóxer, donde masajeó con deleite las redondeadas nalgas del adolescente. La intensidad de las caricias era demasiada.  Álex casi sentía desmayarse, así que se aferró al cuerpo de su padre y  clavó los dedos en su espalda,  obteniendo como respuesta un sordo gruñido y un aumento en la intensidad del toqueteo… Al parecer, Héctor se estaba dejando llevar por la excitación, porque lo que siguiente que Alex sintió fue como, en un arranque de lujuria, Héctor le rasgaba sus bóxers, arrancándoselos del todo y dejándolo desnudo y sobrecogido, su sexo, completamente erecto.                                                                                     
    Finalmente Héctor podía contemplar a su hijo, el bello adonis tal como había llegado al mundo, desnudo, indefenso e infinitamente hermoso. Ya antes había deleitado no sólo sus ojos si no también sus manos en aquel torso de blanca piel y definidas proporciones, salpicado de un sedoso vello castaño. Sin embargo esta vez pudo contemplar en toda su gloria el joven miembro de Alex. Su proporción era hermosa, de unos 17 cms de largo, con un grueso y venoso tronco sosteniendo una cabeza brillante y violácea que apuntaba mas allá de su ombligo. Al tacto resultaba férreo y palpitante, y el glande escurría profusamente un brillante liquido que lo hacía ver mas apetitoso. Héctor apenas podía creer que ya hacía 17 años, él mismo había ayudado a concebir a este joven efebo y más aún, que estuviera por desflorarlo.
     Álex sintió como la mirada de su padre le quemaba la piel y le encantó ser objeto de aquel obsceno deseo. Permaneció inmóvil, esperando pacientemente a que Héctor saciara su visión. Él antes ya había tenido oportunidad de contemplar el cuerpo desnudo de su padre, y supuso que seria justo dejar que él hiciera otro tanto. Una tibia y húmeda sensación lo tomó por sorpresa: bajó la mirada para ver cómo Héctor engullía su miembro, y empezaba a mamarlo con suavidad. La lengua paterna recorrió su hombría de punta a punta, lamiéndolo como si fuera un helado. Enseguida los labios se unieron al festín, cubriendo con delicadeza el glande para después masajearlo lentamente. Álex se maravilló contemplando cómo su miembro desaparecía por completo en la húmeda boca de su padre, para después sentir su lengua como llama ardiente acariciando su miembro, regalándole un placer único, al mismo tiempo que los hábiles dedos de Héctor se abrieron paso por entre las apretadas nalgas, llegando hasta el apretado ano y acariciando los bordes de aquella apetitosa entrada. La combinación fue muy poderosa y Álex  se perdió y sintió que se rendía a su padre.  Anulada ya su voluntad, su cuerpo se sentía desmadejado por una marejada de placenteras sensaciones. Las caricias en su piel habían logrado estremecerlo a tal punto que su mente se desconectó. Por un momento fue solo un cuerpo inundado por el placer: no hubo nada mas, simplemente fue demasiado para él. Sólo logró mantenerse erguido, gimiendo como poseso, con la mirada perdida, mientras su padre lo sometía al más intenso placer.
Fue durante ese estado de abandono que Alex comenzó a sentir algo extraño. Inició como un ligero cosquilleo que se coló por su piel, llegando a sus entrañas e incluso pudo sentirlo en los huesos. Aquella sensación comenzó a concentrarse en su vientre, formando una vorágine que explotó sin previo aviso inflamando su cuerpo con la más exquisita sensación que jamás hubiera sentido.
     Héctor sintió como el cuerpo de su hijo se convulsionaba presa del placer. Las manos del chico le arañaban la espalda y se aferraban a su cabello, hasta que Álex se corrió, lanzando un grito al ire. De pronto la boca de su padre se vio llena de una dulce y espesa sustancia que aquel joven pene disparaba con fuerza y fue tal la intensidad que no pudo contenerla, y pronto el semen ya le escurría por las comisuras de su boca. Habiendo degustado todos los disparos del delicioso esperma que su hijo le regaló, sacó el erecto miembro de su boca y con deleite lamió los residuos que quedaron adheridos a la piel. El sabor de aquella blanca leche le resultó una exquisitez y hasta se le antojó que tenía una cualidad agridulce que le alegró el paladar. Si por él fuera no querría probar nada más en su vida.

      Cuando Álex logró recuperarse del orgasmo que había sufrido, abrió los ojos y bajó la mirada. La visión de su padre relamiéndose los labios cubiertos de semen lo recibió. Una exclamación de satisfacción escapo de sus labios. Aquel sonido invitó a Héctor a mirarlo.
      - Esto es un manjar de los dioses – susurro él, con notoria satisfacción.
     - Me gustaría probar el tuyo… -lo decir Álex- Las madres alimentan a sus hijos cuando son pequeños; siendo mi padre deberías alimentarme con tu leche para que pueda convertirme en todo un hombre… Para que me convierta en tu hombre… aunque tendrás que guiarme, nunca he hecho algo así.
      Héctor no pudo evitar sonreír ante estas palabras.
      - Eso no está bien, siendo el más bello de los efebos, deberías tener un harem de hombres a tus pies listos a cumplir todos tus deseos.
     - Lo dices sólo porque soy tu hijo – replicó Alex apenado – Además el que tiene un harem de jovencitos eres tu.
     - ¡Créeme tu Álex, tú vales mil veces más!  ¡Eres lo único que deseo y lo único que desearé de ahora en adelante.
      Álex estaba arrobado. Aquellas palabras significaban mucho. No encontraba como contestar a tan bellos sentimientos. Sólo atino a inclinarse y responder con un profundo beso. Aquellos labios lo recibieron con su dulce sabor ambarino, ahora mezclado con su semilla masculina, convirtiendo la saliva de su padre en una sustancia densa y de sabor fuerte que invitaba a pecar una y mil veces más. Sin interrumpir el beso, Héctor se levanto del sillón. Ahora era él quien tenía que inclinarse ligeramente para besar a Álex.  Y ahora fueron las manos del chico las que, ansiosas y llenas de deseo, intentaron recorrer el cuerpo de su padre, pero al encontrarse con la barrera de la ropa redirigieron su esfuerzo y se empeñaron en desabotonar la camisa que llevaba puesta.  Tras conseguirlo se colaron entre los pliegues de la prenda en búsqueda de su piel febril. Aquellas jóvenes manos recorrieron la geografía del torso de Héctor. Acariciaron cada musculo, deleitándose en la aterciopelada piel cubierta de vello. Álex sintió la necesidad de probar aquella piel y se inclinó e imitando a su padre, comenzó recorrer cada centímetro de piel con su lengua, disfrutando del sabor y perdiéndose en la sensación de aquel cuerpo tan varonil. Con fascinación recorrió cada parte de aquel torso, bajando cada vez más. Pronto estuvo hincado en el suelo contemplando el prominente bulto que su padre guardaba en su entrepierna. Con una mirada expectante,  Álex vio como su padre se prestaba a cumplir su deseo. Con parsimonia bajó su cierre y del interior de su pantalón extrajo su erecto y pulsante miembro. Al chico le pareció descomunal.  Y aunque ya antes había tenido oportunidad de verlo en reposo, nada se comparaba a contemplarlo en toda su erecta gloria. Era notoriamente grueso y de color cremoso. Tenía una envergadura de unos 20 centímetros, el glande, ligeramente más grande que el tronco, palpitaba como si de un corazón se tratase. En conjunto resultaba gigantescamente bello.
   Mientras estaba ahí, hincado con aquel miembro sobre su rostro, Álex se llenó de un sentimiento de adoración. Allí estaba el instrumento que le había dado la vida. De aquel mismo pene había salido la semilla que le dio origen. Este enorme y turgente cetro de carne era su objeto de adoración y él se convertiría en su acolito, y haría de su cuerpo un altar donde le rendiría pleitesía. Sabía que la blanca semilla generada por su padre le había dado vida y sentía que ahora podía comulgar con ella. Debía recibirla y guardarla dentro de si. Lleno de fervor, abrió su boca, extrajo su lengua y comenzó a ungir el pene paterno con su saliva. Su padre gimió y bufó mientras sentía a su hijo lamerle la verga. Álex gimoteó al degustar su sabor. Era similar al almizclado aroma que desprendía su piel, sólo que infinitamente más delicioso. Mientras recorría con su lengua cada centímetro del ciclópeo miembro de su padre, Alex se sintió sobrecogido. ¿Como haría para meterlo todo dentro de su boca? Quería complacer a su padre, quería probarle que las palabras que había dicho eran ciertas, que valía mil veces más que cualquiera de sus jóvenes amantes. Intentando lograr el truco unió sus labios al festín y pronto hacia esfuerzos por mantener aquel inmenso pedazo de carne dentro de su boca. Logró introducir poco más de la mitad cuando las arcadas se dejaron sentir en su garganta. Apenado se sacó el miembro de la boca.
    Héctor estaba orgulloso de su hijo; sin dificultad imitó todas las caricias que había practicado en él. Se notaba como hacia lo posible por brindarle el mismo placer y por Dios, lo estaba logrando. Sin embargo era obvio que por más esfuerzos que hiciera su inexperta boca no podía recibir un miembro como el suyo: era demasiado grande para una boca inexperta.
    - ¡Álex no te preocupes, es cosa de práctica y te prometo que practicaremos mucho! - Exclamo Héctor acariciando el cabello de su hijo para después guiñarle el ojo.
     El chico sonrió. Había entendió el mensaje. Luego de corresponder la sonrisa, volvió al ataque. Nuevamente sacó su lengua buscando saborear aquella delicia. Improvisando, busco la manera de masajear aquella carne turgente; chupó la cabeza, masajeó el tronco con los labios y con cada intento notó como su padre empezaba a gemir cada vez más y más complacido. No había duda que las reacciones de su padre eran notorias y su placer palpable. Con más seguridad intentó nuevamente introducir el enorme miembro en su boca.  Sabía que no lo lograría, así que esta vez cubrió tanto como pudo con su boca, y con sus manos cubrió la base. Poco a poco sincronizó sus movimientos, y al instante se dio cuenta de que iba por buen camino. La férrea erección de su padre cobró más firmeza y pudo saborear con claridad su espeso néctar pre eyaculatorio: era único, salado y robusto como si de un licor se tratase.
        - ¡Alex, por dios! –exclamó Héctor con voz entrecortada- ¡No te detengas… es delicioso!
      El chico sonrió complacido y continuo su labor, acelerando el ritmo poco a poco, provocando gemidos cada vez más escandalosos de parte de su padre. 
      Héctor no soportó mucho más tiempo. Nunca pensó que un chico virgen e por tanto inexperto, fuera capaz de darle la mamada más deliciosa de su vida.  O tal vez no era sólo eso, tal vez era el hecho de que el chico más hermoso que jamás hubiera conocido, y que de casualidad era su hijo, el hijo que deseaba beber la blanca esencia que manaba de su miembro viril, la misma con la que lo había concebido años atrás. Esa imagen fue el detonador.  Sin poder controlarse más, Héctor experimento un orgasmo lleno de una gran intensidad, y sordos gruñidos escaparon de su pecho. Su cuerpo se estremeció con fuerza y su verga expulsó chorros y chorros de blanca esperma que Alex se apresuró a beber.
     La intensa eyaculación de Héctor fue demasiado para Alex. Aquella blanca y ardiente metralla pronto le llenó la boca. Temiendo ahogarse se separó del sexo de su padre, recibiendo otros tantos disparos en el rostro. Alex cerró los ojos disfrutando aquella tibia y gloriosa sensación que cubría su rostro y escurría por su pecho. Se sentía como la tierra seca que recibe la lluvia tras un largo tiempo de sequia; y aquel sabor… el sabor del blanco licor de Héctor le llenó el paladar, descubriendo que era algo que siempre había deseado y de lo que nunca se cansaría. Se sentía bendecido: su padre lo había bañado con su semilla de creación. Abrió los ojos y pudo ver como las últimas gotas de aquel elixir resbalaban por el glande de su progenitor. Con fervor se acercó y libó los residuos de aquel néctar divino. No pensaba dejar escapar ni la más mínima gota.
       Héctor tardó un poco en recuperar el aliento. El orgasmo que sintió había sido extraordinario. No lograba entender a que se debía. Su vida sexual había sido amplia y variada, pero ninguna de sus experiencias le habían dejado tan satisfecho y ansioso al mismo tiempo, pero tenía la seguridad de que si continuaba, podría averiguar de qué se trataba. Abrió los ojos sólo para contemplar lo que considero la imagen más sensual que jamás había visto: su hijo aún yacía hincado con los ojos cerrados y el rostro apuntando al cielo; su boca, cara y pecho estaban rebosantes de su esperma, pero lo que más le sobrecogió fue la expresión en el rostro de su hijo: fervor, placer y éxtasis. Sin poder contenerse se hincó frente a Alex y comenzó a besarlo y abrazarlo. Tenía la insaciable necesidad de grabar sus labios en aquella joven piel. Álex le miró a los ojos y ambos compartieron una mirada de intensidad y la mutua e intolerable necesidad de satisfacer sus deseos.  Era un hecho.  Si aquella pasión no era apagada, los terminaría consumiendo hasta morir.
     Héctor sintió su polla latir con fuerza, ansiando llenar las entrañas de su hijo, pero sabía que sería tarea complicada siendo Alex aún virgen.
       Como padre supo que debía tomar el control…
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Autor: N. Argueta
FIN DE LA TERCERA PARTE.


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samedi 3 octobre 2015

Abuelo y Nieto









Reproduzco aquí esta tira de dibujos de Josman, que he encontrado en un blog muy especial para mi, que amo los cómics eróticos: ¡Cómo me gustan las pollas! Me gustan las pollas, pero también me gustan otras cosas.
Pero, pese a lo gráfico del título del blog, éste contiene una amplia muestra, muy bien presentada, del trabajo de diversos autores. Entre otros, David Cantero, Etienne, Hernán de Rojas, Ian Hanks, Josman o Ismael Álvarez.
En esta ocasión, este incesto sinmaníaco abuelo-nieto, se basa en varias viñetas del gran Josman, que en su día fueron usadas para ilustrar algunos relatos eróticos publicados en la difunta -quiero decir, desaparecida- revista Handjobs Magazine. Concretamente, me estoy refiriendo al relato Billy's Find (El hallazgo de Billy)
De todos modos, en el blog antes referido, no se cita al autor de la composición de este cómic. es decir, las ilustraciones, ya sabemos todos que son de Josman... Pero, ¿y el guión, la historia y la composición del mismo? Por el estilo, la forma y otras cosas que me reservo, me hace pensar en Don Pin Pon. ¿Os suena de algo? Le dediqué un post en 2012. Puedes leerlo de nuevo aquí: Introducción a Josman y a Don Pin Pon. El título del post ya nos avisó de que existe una relación entre Josman y este autor, Don Pin Pon. Su composición de varias viñetas de Josman, muy bien unidas y entrelazadas por un guión con una historia muy caliente, causó furor en su blog. Y en el nuestro. ¿Recuerdas Pero papá... ¡Fóllame! 1 y Pero papá... ¡Fóllame! 2 ?
Como sea, si Don Pin Pon lee estas líneas, que nos lo aclare.
Saludos.
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jeudi 6 août 2015

Grandes Éxitos - Seguimos jugando con papá...

Señores Sinmaníacos: ¡Estamos de vacaciones!
Por lo menos aquí, en este lado del charco que baña y hierve a una derretida Península Ibérica, son muchos los que lo notaron... En el momento de escribir estas líneas, me parece que hasta el teclado de mi ordenador está sudando... ¡Las teclas se enredan entre ellas y tengo que teclear la mismas palabras unas cien veces para que se puedan leer! Resultado: me derrito de calor yo también...
Y como en los canales de TV, en los de radio o en la prensa escrita, que llegado el mes de agosto alteran su programación o formato y ofrecen especiales de verano, en Sin Manías, adaptamos la misma idea y os ofrecemos durante este mes de agosto una pequeña serie de reposts que hemos llamado nada más y nada menos GRANDES ÉXITOS. No diréis que no le falta gracia al título en cuestión, y, efectivamente lo habéis adivinado: nos gusta mirarnos al espejo porque somos un poco megalómanos.
Vamos a volver a subir algunos de los posts del blog, desde que comenzamos allá por el año 2011, hasta los más recientes. El criterio de 'resubida' de estos posts es... que no hay criterio. Nos fijaremos en el éxito que tuvieron a juzgar por el número de visitas o por los comentarios que generaron. Del mismo modo, también al contrario: van a tener cabida algunos posts que pasaron completamente desapercibidos. Y habrá de todo: vídeos, cómics, relatos... Como dicen nuestros vecinos, los franceses: ça serà un petit panaché. De verduras y de lo haga falta.
Espero que os guste/les guste la idea.



Los juguetes de papá.

Por Josman.


Haz click en las imágenes para agrandarlas.































Publicado originalmente el 31 de enero de 2011, fue exactamente el quinto post en ver la luz de todo el historial blog. Yo venía de mi cuarto post y los cuatro eran una vulgar composición de fotografías sacadas de la red, pertenecientes a la serie Schoolboy Secrets, a los que tuve el valor de llamar fotonovelas, y me parecía que nada especial estaba sucediendo respecto al blog... Es decir, Sin Manías acababa de nacer, y pese a lo que yo llamo una exhaustiva 'campaña publicitaria' -o dejar tu link en otros blogs, foros, grupos o páginas de temática similar- apenas teníamos seguidores. No hace falta decir que Los Juguetes de Papá de Josman pasaron entonces completamente desapercibidos. Me arrepentí de haberlos subido al blog tan pronto, y me maldije por haberlo hecho: fue como desperdiciar una buena mercancía. Todas las viñetas las saqué de un blog hermano llamado I love the gay comics 2, previo permiso de su administrador. el mexicano Kafkiano.
A día de hoy, estos Juguetes de Papá suman más de... ¡17.000 visitas! No es ningún record, pero si da una idea de que aquel pobre y descolorido blog llamado Sin Manías finalmente despegó.
Muchísimas gracias a todos.
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samedi 25 juillet 2015

Profunda Amistad II - Relato

La anterior entrega de este relato terminó así: ...Ambos nos dimos la vuelta y en la puerta estaba el hermano menor de mi amigo, con una cara de sorpresa y estupefacción que no podía con ella. Y junto a él estaba su padre con una expresión de terror ensombreciendo su rostro, aún más desencajado y estático que la de su hijo menor.
- ¿Pero qué hacen? -aulló el hombre.

¿Quieres saber cómo sigue?
Sigue leyendo.

PROFUNDA AMISTAD II
Sentí un espasmo en mis entrañas que casi me daba nauseas y Rodrigo dijo atropelladamente
 – ¡Papa! ¡Papa! Es que… nosotros... Es que… - era imposible hablar para explicar todo aquello. Era obvio que no había excusas que dar en absoluto. Era lo que era y estábamos a disposición de la opinión de aquel adulto.
- ¡No hijo! -dijo aquel hombre, con su voz grave- ¡Fue un pregunta estúpida, por la sorpresa de verles de esta guisa, muchachos!
-¡Te dije papa! Estaban haciendo cosas y no paraban- gritó Gustavo con un gusto nada disimulado, e hinchado del orgullo de quien descubre al culpable de alguna suerte de crimen recién cometido. Más que sorprendido o asqueado, parecía irremediablemente curioso por lo que hacíamos. Y era de esperarse, teniendo en cuenta que siendo menor que Rodrigo, debió de sentir las mismas ansias que nosotros. En su pantalón  se notaba una casa de campaña.
- ¡Ya, Gus, ya…! -terció su padre- Esto no es malo en absoluto -continuó aquel hombre con voz grave, pero calmada- Tu hermano y su amigo sólo están disfrutando de sus cuerpos. Están en la edad. Sólo tienen que recordar en cuidarse y que no se entere tu mama.-añadió aquel adulto. Podría haber empleado el mismo tono de voz para aleccionar a cualquiera de sus hijos a la hora de montarse en una motocicleta, por ejemplo. Me sorprendió que el padre de mi amigo se lo tomara con tal madurez. Él era profesor de gimnasia en una secundaria y tenía además la responsabilidad de impartir educación sexual a sus alumnos. Pero aun así era fácil imaginar que molería a su hijo a golpes si lo encontraba en tal acto. ¡Y con un muchacho! ¡Conmigo para más inri! 
- ¿Ves baboso? ¡Ya cállate – le reclamó Rodrigo a su hermano menor. Pese a la determinación de su voz, yo le noté muy nervioso. Quizás para disimularlo, puso su atención en mi de nuevo. Su miembro se restregaba y colgaba entre mis glúteos y sus manos acariciaban mi espalda. Sin embargo yo no podía alejar la vista ni mi mente a los familiares de Rodrigo, mirándonos con sus ojos como platos.
Definitvamente se me fue la erección. Sentíame desinflado, perdido, y terriblemente avergonzado.
-¡Señor, perdónenos! -exclamé, clavando mi mirada en la del padre de Rodrigo.
-¡No, Jorge, está bien! Sólo no se lastimen y…sigan- fue todo lo que digo. Si alguien le hubiera traído una soda y unas palomitas a aquel hombre, apuesto a que ni lo hubiera agradecido, tan absorto hayaba mirando lo que miraba. Pese a todo,  me dio una inquietud de algo antinatural.  Ambos, padre e hijo, seguían sorprendidos, pero no parecía que quisieran detenernos, y pareció que entre ellos la calentura era mucha. Mi amigo y yo nos besamos y nos dimos la vuelta, el recostado y yo arriba. Supongo que mi amigo confiaría en que su padre y su hermano abandonasen pronto la recamara, y seguramente por eso Rodrigo tomó mi cadera e intento que me sentara sobre su erecto miembro, a lo cual me resistí obviamente.
-¡No pueden! – inquirió Gustavo.
-¡Jorge, eres virgen! -exclamó el padre. Y añadió: ¡Se pueden lastimar! ¡No es tan fácil! –
Y mi cuerpo vibró  al sentir las grandes manos del señor tocar mi piel desnuda..
-¡ Perdón…eh….Jorge! No te preocupes, no te lastimaré, -dijo aquel hombre-  pero es que se necesita preparar. De pronto sus dedos empezaron a masagear la región de mi ano y Rodrigo se movió a un lado. Gustavo estaba ya en la cama junto a él, ambos hermanos sorprendidos y curiosos al mismo tiempo.
- Sea que estén con una chica o con otro muchacho -continuó el padre de mi amigo, ya adoptando el tonillo de profesor- tienen que preparar el terreno primero, o podrían lastimarse los dos- titubeó. Al girarse y dirigirse a su hijo menor, quizás pensaba decirle que se fuera de ahí, pero él no planeaba irse tampoco, de igual manera. El hombre tenía puesto un pants deportivo rojo y una playera sin mangas. Había llegado del trabajo hacia quien sabe cuánto tiempo. Apestaba fuertemente a sudor, pero lejos de desagradarme, esto me éxito aún mas. Gracias al holgado pants, pude notar, sin disimular mi mirada en absoluto, que el también tenía una erección. Y grande, además. Aquel hombre estaba lejos de ser feo. A sus cuarenta años se mantenía bien en forma por su trabajo y poseía la misma sonrisa deliciosa que sus hijos. Tenía el cabello corto y una frente bastante amplia con entradas, y le llegábamos apenas al pecho de estatura. 
Era mareante lo excitado que estaba. ¿Acaso el padre de mi amigo me estaba calentando tanto?
El señor se llevó a la boca uno de sus dedos y con él masageó mi ano levemente. Mientras lo hacía tomó mi mano y la colocó en su entrepierna. Me quede fría  al sentir esa enorme verga bajo la tela. Pesaba, a diferencia de la de mi amigo, y parecía más gruesa. Los huevos parecía que estallaban, de lo gordos que se me antojaron.
-Recuerdo cuando tenía su edad, también solía explorar el cuerpo de mis amigos, y masturbarnos- afirmó ahora con voz tenue- ¡Todos lo hacemos…aunque nunca llegamos a penetrarnos! Ahora ya con la estimulación, y casi sin darme cuenta, su dedo se deslizó dentro de mí. Era algo incomodo pero lejos de ser desagradable, me animó tanto que sentí renacer mi erección. 
-¡Woowwww…entró! ¿Como se siente güey? - preguntó Rodrigo que no se perdía detalle.
- ¡Mmmmmm…bien! Duele un poco al principio – le respondí a Rodrigo. 
-Es natural, solo hay que tener paciencia -explicó el señor a mi espalda. Gustavo estaba encantado, mirando con gran expectación y con los pantalones abiertos. Su erección, expuesta ante mis ojos, estaba al máximo también. Por primera vez Rodrigo reparó en ella, y contemplando el pene erecto de su hermano menor, a quien un momento antes había baboso, pareció que ahora el baboso era él: si mirada transmitió picardía, si, pero deseo también. Su rostro entero pareció deshacerse en babas... De pronto y ante mi estupefacción mi amigo se reclinó sobre las piernas de Gustavo y se metió la verga de su hermano a la boca. Gustavo, contento se dejó hacer su primera mamada sin rechistar. La verga en mi mano dio un salto y pareció crecer  exponencialmente entre mis dedos. El señor miraba detrás de mi, y vió cómo sus hijos se hacían sexo oral. Eso accionó algún tipo de resorte en él que hizo que definitivamente toda su maquinaria masculina se pusiera en marcha. Lamió de nuevo sus dedos y esta vez empujo dos de ellos dentro de mí. Su otra mano recorrió mis glúteos, los palmeó y subió por mi espalda. 
- ¡Muchacho, estas bien rico…. Me alegro que seas la primera vez de mi hijo! -exclamó
- Señor, yo…-
Shh, sígueme diciendo señor – susurró
Ya el padre estaba tan excitado como nosotros los jóvenes. Su grande mano pasó a mis pectorales, y de nuevo, como su hijo lo hiciera momentos antes, los jugueteo y apretó a su antojo y pellizcó mis pezones. Sus dedos salieron y volvieron a entrar, ahora eran tres. Mi agujero cedía terreno cada vez con menos dolor y menos incomodidad. Alguien gimió profundamente y Rodrigó se separo de su hermano justo a tiempo para que yo alcanzara a contemplar su rostro cubierto de semen fresco y a su joven hermano. que yacía exhausto en la cama.
-¡Muchachos, no vayan a decir nada de esto a su madre! – proclamaba el padre, como para asustar la culpa de lo que estaba haciendo. De repente me tomó de las caderas, jalándome hacia su cuerpo y entonces cuando noté que algo entró en mi. Mi ano cedió como un anillo suave y ese algo que entraba se iba expandiendo y agrandando en mis entrañas. Sentí un poop y esa cosa se extendió hacia el frente, como un tren entrando por un túnel. El padre de mi amigo me había penetrado. Su carne llenaba todo mi interior y atisbaba a zonas muy recónditas. Mis santas posaderas notaron la mata de pelo de su pubis como un colchón y así se quedó él, dentro de mí. Sentí que mi corazón se paraba, y me faltaba la respiración. Los hermanos lanzaron un grito de sorpresa y Rodrigo se levanto para acercarse.  Ese tren dentro de mí retrocedió, y como un pistón volvió a entrar, dejándome sin aliento al llegar al fondo. Había algo de dolor, pero el éxtasis era aún mayor. Aquella verga entraba y retrocedía y empujaba, retrocedía y empujaba... a ritmo bien lento.

- ¡Respira hondo, Jorge! ¡Relájate no más! -susurró el señor, y luego apenas pude oir un .¡Uffff…qué rico!
- ¡No puede ser, papa! -exclamó de pronto una voz rota de adolescente- ¿Se la metiste en serio? Gustavo se puso de pie y también se acercó.

 -¡Si se lo está cogiendo! -exclamó el hermano de mi amigo-  ¿Qué se siente?
 Ni su padre ni yo respondimos nada, estábamos ya sin aliento y extasiados como para ocuparnos de eso. Papá te estás cogiendo a mi amigo, me pareció oir que Rodrigo susurraba. Al cabo noté que me iba. Por fin no aguanté, y sin tocarme, me corrí disparando chorros de mi semen hacia las sabanas. Los hermanos lanzaron reclamos de sorpresa y siguieron entretenidos mirando el porno en vivo, en su propia recámara. Con estas corridas mi ano se estrujó con cada espasmo, pero el padre de mi amigo siguió sin bajar el ritmo de sus acometidas. Yo sentía muy bien su verga, solida como una roca, aún en mis entrañas Con cada embestida mis bolas protestaban, y mi miembro engordaba mas, listo para volver a disparar.
- ¡Uf que rico muchacho! -gritó el padre de Rodrigo, follándome- ¡Ay….qué rico, qué rico! ¡Estas bien apretadito! En algún punto yo también empecé a gritar sin temor a que el escándalo saliera de la casa. Me retorcía hacia atrás para poder tocar a ese macho, pero sólo alcanzaba a tocar sus fuertes brazos y sus desnudos hombros. El señor se inclinaba a besar mi cuello mientras me follaba más y más duro y sus manos recorrían mi piel con apetito, tomaban mis pectorales y en busca de mis pezones, los apretaba y separaba con tosquedad y delirio.
- ¡Ay si Jorge ya no eres virgen! ¡Oh Dios! -aulló de pronto el señor, y al cabo sentí como si se orinara dentro de mí, y mi interior llenarse de tibieza repentina. También dejó de agarrarme  y quedé yaciendo en la cama. Su polla salió con la misma sensación de un tapón, y pude sentir el aire frio recorrer mi culo abierto. El hombre se hizo a un lado, agotado y bañado en sudor. Estaba desnudo excepto por la playera sin mangas, ahora toda ella manchada de sudor. Pude ver su cuerpo delgado y atractivo y una maraña de pelo bajo la playera, con un miembro venoso y descomunal, chorreando humedad como una bestia babeante. En uno de sus dedos brillaba el anillo de casado.
- ¡Uf hijo, ahora es todo tuyo! -fue todo lo que dijo cuando terminño de correrse.
Pero Rodrigo puso en su lugar y alzó mis piernas, para apoyarlas sobre su cuello. Sentí como si me hubiese hecho pis encima o algo peor. De dentro de mi adolorido culo se estaba escurriendo la leche del señor. Mi amigo dudo un poco, quizás por no tener ya un culo virgen, o quizás por la visión leche de su padre bañándome el orto, pero por fin colocó su glande en el sitio idóneo, y empujó. Fue así como fui follado dos veces seguidas. Primero por el padre, ya hora por el hijo. El miembro de este último era más chico que el del padre y me costó trabajo pensar que me hubiera costado tanto esfuerzo aceptarlo dentro, unos minutos antes. Por tener ya el ano mñas que lubricado, su polla se deslizó como una serpiente dentro del agua, hasta el fondo y sin complicaciones 
- ¡Ah no puede ser! -gritó Rodrigo, empalándome- ¡Qué rico es!  ¡Ahora si que aquí te va la polla de Rodrigo! -gritó al final.
Empujó y salió empujo y salió, con prisa y sin ritmo, casi como un pez agitándose fuera del agua, imaginé, bastante más diferente a la maestría de su padre,  pero igualmente placentero y delicioso. Con cada sacada que daba, escurría fuera parte del semen de su padre. Ahora estando frente a frente, me di gusto con su cuerpo. A diferencia de su padre, tenía barriga y no tenía tanto vello como este, pero aproveche a saborear su piel con mis dedos y juguetear con sus pectorales, apretarlos y jugar con sus pezones. Estábamos disfrutando tanto el uno del otro y tan absortos, que no nos dimos cuenta cuando otros gemidos se unieron a los nuestros.

-¡Hijo mío, qué rico es esto! -susurró el señor. 
A un paso de nosotros se encontraba el padre de Rodrigo, levantando a su otro hijo en brazos frente a frente. El muchacho se abrazaba a su padre con las cuatro extremidades, suspendido en el aire, con la gorda y dura polla de su padre clavada hasta lo más profundo. Y al chamacón pareció gustarle aquello. Ese día había sido el día mas extraño que nunca hubiese podido imaginar. Mi mejor amigo aceptó a coger y fuimos sorprendidos por su padre y por su hermano. Pero en el frenesí de las hormonas y del morbo todos terminamos bien servidos. Yo, desvirgado por padre e hijo, mi amigo desvirgado también junto con su hermano menor y el padre de ambos, sin siquiera sospecharlo, desvirgó a dos jovencitos casi a la vez, uno de ellos su propio hijo. La leche corrió a raudales.

¿Fin?

Autor: Devilman.
Puedes leer la primera parte pinchando aquí.
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