samedi 25 juillet 2015

Profunda Amistad II - Relato

La anterior entrega de este relato terminó así: ...Ambos nos dimos la vuelta y en la puerta estaba el hermano menor de mi amigo, con una cara de sorpresa y estupefacción que no podía con ella. Y junto a él estaba su padre con una expresión de terror ensombreciendo su rostro, aún más desencajado y estático que la de su hijo menor.
- ¿Pero qué hacen? -aulló el hombre.

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PROFUNDA AMISTAD II
Sentí un espasmo en mis entrañas que casi me daba nauseas y Rodrigo dijo atropelladamente
 – ¡Papa! ¡Papa! Es que… nosotros... Es que… - era imposible hablar para explicar todo aquello. Era obvio que no había excusas que dar en absoluto. Era lo que era y estábamos a disposición de la opinión de aquel adulto.
- ¡No hijo! -dijo aquel hombre, con su voz grave- ¡Fue un pregunta estúpida, por la sorpresa de verles de esta guisa, muchachos!
-¡Te dije papa! Estaban haciendo cosas y no paraban- gritó Gustavo con un gusto nada disimulado, e hinchado del orgullo de quien descubre al culpable de alguna suerte de crimen recién cometido. Más que sorprendido o asqueado, parecía irremediablemente curioso por lo que hacíamos. Y era de esperarse, teniendo en cuenta que siendo menor que Rodrigo, debió de sentir las mismas ansias que nosotros. En su pantalón  se notaba una casa de campaña.
- ¡Ya, Gus, ya…! -terció su padre- Esto no es malo en absoluto -continuó aquel hombre con voz grave, pero calmada- Tu hermano y su amigo sólo están disfrutando de sus cuerpos. Están en la edad. Sólo tienen que recordar en cuidarse y que no se entere tu mama.-añadió aquel adulto. Podría haber empleado el mismo tono de voz para aleccionar a cualquiera de sus hijos a la hora de montarse en una motocicleta, por ejemplo. Me sorprendió que el padre de mi amigo se lo tomara con tal madurez. Él era profesor de gimnasia en una secundaria y tenía además la responsabilidad de impartir educación sexual a sus alumnos. Pero aun así era fácil imaginar que molería a su hijo a golpes si lo encontraba en tal acto. ¡Y con un muchacho! ¡Conmigo para más inri! 
- ¿Ves baboso? ¡Ya cállate – le reclamó Rodrigo a su hermano menor. Pese a la determinación de su voz, yo le noté muy nervioso. Quizás para disimularlo, puso su atención en mi de nuevo. Su miembro se restregaba y colgaba entre mis glúteos y sus manos acariciaban mi espalda. Sin embargo yo no podía alejar la vista ni mi mente a los familiares de Rodrigo, mirándonos con sus ojos como platos.
Definitvamente se me fue la erección. Sentíame desinflado, perdido, y terriblemente avergonzado.
-¡Señor, perdónenos! -exclamé, clavando mi mirada en la del padre de Rodrigo.
-¡No, Jorge, está bien! Sólo no se lastimen y…sigan- fue todo lo que digo. Si alguien le hubiera traído una soda y unas palomitas a aquel hombre, apuesto a que ni lo hubiera agradecido, tan absorto hayaba mirando lo que miraba. Pese a todo,  me dio una inquietud de algo antinatural.  Ambos, padre e hijo, seguían sorprendidos, pero no parecía que quisieran detenernos, y pareció que entre ellos la calentura era mucha. Mi amigo y yo nos besamos y nos dimos la vuelta, el recostado y yo arriba. Supongo que mi amigo confiaría en que su padre y su hermano abandonasen pronto la recamara, y seguramente por eso Rodrigo tomó mi cadera e intento que me sentara sobre su erecto miembro, a lo cual me resistí obviamente.
-¡No pueden! – inquirió Gustavo.
-¡Jorge, eres virgen! -exclamó el padre. Y añadió: ¡Se pueden lastimar! ¡No es tan fácil! –
Y mi cuerpo vibró  al sentir las grandes manos del señor tocar mi piel desnuda..
-¡ Perdón…eh….Jorge! No te preocupes, no te lastimaré, -dijo aquel hombre-  pero es que se necesita preparar. De pronto sus dedos empezaron a masagear la región de mi ano y Rodrigo se movió a un lado. Gustavo estaba ya en la cama junto a él, ambos hermanos sorprendidos y curiosos al mismo tiempo.
- Sea que estén con una chica o con otro muchacho -continuó el padre de mi amigo, ya adoptando el tonillo de profesor- tienen que preparar el terreno primero, o podrían lastimarse los dos- titubeó. Al girarse y dirigirse a su hijo menor, quizás pensaba decirle que se fuera de ahí, pero él no planeaba irse tampoco, de igual manera. El hombre tenía puesto un pants deportivo rojo y una playera sin mangas. Había llegado del trabajo hacia quien sabe cuánto tiempo. Apestaba fuertemente a sudor, pero lejos de desagradarme, esto me éxito aún mas. Gracias al holgado pants, pude notar, sin disimular mi mirada en absoluto, que el también tenía una erección. Y grande, además. Aquel hombre estaba lejos de ser feo. A sus cuarenta años se mantenía bien en forma por su trabajo y poseía la misma sonrisa deliciosa que sus hijos. Tenía el cabello corto y una frente bastante amplia con entradas, y le llegábamos apenas al pecho de estatura. 
Era mareante lo excitado que estaba. ¿Acaso el padre de mi amigo me estaba calentando tanto?
El señor se llevó a la boca uno de sus dedos y con él masageó mi ano levemente. Mientras lo hacía tomó mi mano y la colocó en su entrepierna. Me quede fría  al sentir esa enorme verga bajo la tela. Pesaba, a diferencia de la de mi amigo, y parecía más gruesa. Los huevos parecía que estallaban, de lo gordos que se me antojaron.
-Recuerdo cuando tenía su edad, también solía explorar el cuerpo de mis amigos, y masturbarnos- afirmó ahora con voz tenue- ¡Todos lo hacemos…aunque nunca llegamos a penetrarnos! Ahora ya con la estimulación, y casi sin darme cuenta, su dedo se deslizó dentro de mí. Era algo incomodo pero lejos de ser desagradable, me animó tanto que sentí renacer mi erección. 
-¡Woowwww…entró! ¿Como se siente güey? - preguntó Rodrigo que no se perdía detalle.
- ¡Mmmmmm…bien! Duele un poco al principio – le respondí a Rodrigo. 
-Es natural, solo hay que tener paciencia -explicó el señor a mi espalda. Gustavo estaba encantado, mirando con gran expectación y con los pantalones abiertos. Su erección, expuesta ante mis ojos, estaba al máximo también. Por primera vez Rodrigo reparó en ella, y contemplando el pene erecto de su hermano menor, a quien un momento antes había baboso, pareció que ahora el baboso era él: si mirada transmitió picardía, si, pero deseo también. Su rostro entero pareció deshacerse en babas... De pronto y ante mi estupefacción mi amigo se reclinó sobre las piernas de Gustavo y se metió la verga de su hermano a la boca. Gustavo, contento se dejó hacer su primera mamada sin rechistar. La verga en mi mano dio un salto y pareció crecer  exponencialmente entre mis dedos. El señor miraba detrás de mi, y vió cómo sus hijos se hacían sexo oral. Eso accionó algún tipo de resorte en él que hizo que definitivamente toda su maquinaria masculina se pusiera en marcha. Lamió de nuevo sus dedos y esta vez empujo dos de ellos dentro de mí. Su otra mano recorrió mis glúteos, los palmeó y subió por mi espalda. 
- ¡Muchacho, estas bien rico…. Me alegro que seas la primera vez de mi hijo! -exclamó
- Señor, yo…-
Shh, sígueme diciendo señor – susurró
Ya el padre estaba tan excitado como nosotros los jóvenes. Su grande mano pasó a mis pectorales, y de nuevo, como su hijo lo hiciera momentos antes, los jugueteo y apretó a su antojo y pellizcó mis pezones. Sus dedos salieron y volvieron a entrar, ahora eran tres. Mi agujero cedía terreno cada vez con menos dolor y menos incomodidad. Alguien gimió profundamente y Rodrigó se separo de su hermano justo a tiempo para que yo alcanzara a contemplar su rostro cubierto de semen fresco y a su joven hermano. que yacía exhausto en la cama.
-¡Muchachos, no vayan a decir nada de esto a su madre! – proclamaba el padre, como para asustar la culpa de lo que estaba haciendo. De repente me tomó de las caderas, jalándome hacia su cuerpo y entonces cuando noté que algo entró en mi. Mi ano cedió como un anillo suave y ese algo que entraba se iba expandiendo y agrandando en mis entrañas. Sentí un poop y esa cosa se extendió hacia el frente, como un tren entrando por un túnel. El padre de mi amigo me había penetrado. Su carne llenaba todo mi interior y atisbaba a zonas muy recónditas. Mis santas posaderas notaron la mata de pelo de su pubis como un colchón y así se quedó él, dentro de mí. Sentí que mi corazón se paraba, y me faltaba la respiración. Los hermanos lanzaron un grito de sorpresa y Rodrigo se levanto para acercarse.  Ese tren dentro de mí retrocedió, y como un pistón volvió a entrar, dejándome sin aliento al llegar al fondo. Había algo de dolor, pero el éxtasis era aún mayor. Aquella verga entraba y retrocedía y empujaba, retrocedía y empujaba... a ritmo bien lento.

- ¡Respira hondo, Jorge! ¡Relájate no más! -susurró el señor, y luego apenas pude oir un .¡Uffff…qué rico!
- ¡No puede ser, papa! -exclamó de pronto una voz rota de adolescente- ¿Se la metiste en serio? Gustavo se puso de pie y también se acercó.

 -¡Si se lo está cogiendo! -exclamó el hermano de mi amigo-  ¿Qué se siente?
 Ni su padre ni yo respondimos nada, estábamos ya sin aliento y extasiados como para ocuparnos de eso. Papá te estás cogiendo a mi amigo, me pareció oir que Rodrigo susurraba. Al cabo noté que me iba. Por fin no aguanté, y sin tocarme, me corrí disparando chorros de mi semen hacia las sabanas. Los hermanos lanzaron reclamos de sorpresa y siguieron entretenidos mirando el porno en vivo, en su propia recámara. Con estas corridas mi ano se estrujó con cada espasmo, pero el padre de mi amigo siguió sin bajar el ritmo de sus acometidas. Yo sentía muy bien su verga, solida como una roca, aún en mis entrañas Con cada embestida mis bolas protestaban, y mi miembro engordaba mas, listo para volver a disparar.
- ¡Uf que rico muchacho! -gritó el padre de Rodrigo, follándome- ¡Ay….qué rico, qué rico! ¡Estas bien apretadito! En algún punto yo también empecé a gritar sin temor a que el escándalo saliera de la casa. Me retorcía hacia atrás para poder tocar a ese macho, pero sólo alcanzaba a tocar sus fuertes brazos y sus desnudos hombros. El señor se inclinaba a besar mi cuello mientras me follaba más y más duro y sus manos recorrían mi piel con apetito, tomaban mis pectorales y en busca de mis pezones, los apretaba y separaba con tosquedad y delirio.
- ¡Ay si Jorge ya no eres virgen! ¡Oh Dios! -aulló de pronto el señor, y al cabo sentí como si se orinara dentro de mí, y mi interior llenarse de tibieza repentina. También dejó de agarrarme  y quedé yaciendo en la cama. Su polla salió con la misma sensación de un tapón, y pude sentir el aire frio recorrer mi culo abierto. El hombre se hizo a un lado, agotado y bañado en sudor. Estaba desnudo excepto por la playera sin mangas, ahora toda ella manchada de sudor. Pude ver su cuerpo delgado y atractivo y una maraña de pelo bajo la playera, con un miembro venoso y descomunal, chorreando humedad como una bestia babeante. En uno de sus dedos brillaba el anillo de casado.
- ¡Uf hijo, ahora es todo tuyo! -fue todo lo que dijo cuando terminño de correrse.
Pero Rodrigo puso en su lugar y alzó mis piernas, para apoyarlas sobre su cuello. Sentí como si me hubiese hecho pis encima o algo peor. De dentro de mi adolorido culo se estaba escurriendo la leche del señor. Mi amigo dudo un poco, quizás por no tener ya un culo virgen, o quizás por la visión leche de su padre bañándome el orto, pero por fin colocó su glande en el sitio idóneo, y empujó. Fue así como fui follado dos veces seguidas. Primero por el padre, ya hora por el hijo. El miembro de este último era más chico que el del padre y me costó trabajo pensar que me hubiera costado tanto esfuerzo aceptarlo dentro, unos minutos antes. Por tener ya el ano mñas que lubricado, su polla se deslizó como una serpiente dentro del agua, hasta el fondo y sin complicaciones 
- ¡Ah no puede ser! -gritó Rodrigo, empalándome- ¡Qué rico es!  ¡Ahora si que aquí te va la polla de Rodrigo! -gritó al final.
Empujó y salió empujo y salió, con prisa y sin ritmo, casi como un pez agitándose fuera del agua, imaginé, bastante más diferente a la maestría de su padre,  pero igualmente placentero y delicioso. Con cada sacada que daba, escurría fuera parte del semen de su padre. Ahora estando frente a frente, me di gusto con su cuerpo. A diferencia de su padre, tenía barriga y no tenía tanto vello como este, pero aproveche a saborear su piel con mis dedos y juguetear con sus pectorales, apretarlos y jugar con sus pezones. Estábamos disfrutando tanto el uno del otro y tan absortos, que no nos dimos cuenta cuando otros gemidos se unieron a los nuestros.

-¡Hijo mío, qué rico es esto! -susurró el señor. 
A un paso de nosotros se encontraba el padre de Rodrigo, levantando a su otro hijo en brazos frente a frente. El muchacho se abrazaba a su padre con las cuatro extremidades, suspendido en el aire, con la gorda y dura polla de su padre clavada hasta lo más profundo. Y al chamacón pareció gustarle aquello. Ese día había sido el día mas extraño que nunca hubiese podido imaginar. Mi mejor amigo aceptó a coger y fuimos sorprendidos por su padre y por su hermano. Pero en el frenesí de las hormonas y del morbo todos terminamos bien servidos. Yo, desvirgado por padre e hijo, mi amigo desvirgado también junto con su hermano menor y el padre de ambos, sin siquiera sospecharlo, desvirgó a dos jovencitos casi a la vez, uno de ellos su propio hijo. La leche corrió a raudales.

¿Fin?

Autor: Devilman.
Puedes leer la primera parte pinchando aquí.
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