dimanche 20 septembre 2015

Con las hormonas a full -2ª Parte (Relato)

Acá siguen las andanzas y peripecias de dos jóvenes que son primos y que, en pleno descubrimiento de su sexualidad, son sorprendidos por el papá de uno de ellos... El relato sube completamente tono y se convierte en un relato muy guarro. Guarro en un sentido sexual, se sobreentiendo. Vamos, que no falta de nada: hay mamadas, escupitajos, requiebros, folladas -cogidas- y sudor por doquier. La leche la ponés vos.
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No supimos qué decir, nos quedamos callados y nos subimos rápido los pantalones.
-Dejen, no hace falta que me expliquen qué están haciendo. Ya me doy cuenta. Acomódense y vayan para adentro que está tu madre, no le digan nada que están noche voy a hablar con ustedes dos -sentenció mi tío severamente -Y ahora, fuera de mi vista -añadió..
Asustados, nos fuimos rápido para la casa. Recuerdo que nos pusimos a jugar a la play para distraernos, pero no se nos iba el susto del cuerpo. Yo no podía dejar de pensar en el sermón que nos íbamos a comer y a juzgar por la cara de mi primo, él tampoco. Nadie iba a zafarse (1) La verdad que mi tío Richard era un tipo de unos 45 años no muy atractivo.  Grandote, con una espalda gigante y piernas acorde. Tenía la clásica panza de asado y cerveza, y unos pectorales que contrarrestaban. Sus brazos eran peludos y se le marcaban las venas. Su pecho también era peludo, se le notaban bien los pelos que le llegaban hasta su cuello. Un poco de barba canosa y una mirada pícara que hacía juego con su personalidad. Siempre oí decir de él que era un tipo desinhibido, amigo de sus amigos, y siempre tenía un chiste para hacer. Al caer la noche, me dispongo a irme a mi casa, tratando de zafarme del reto que nos iba a dar mi tío. Me sentía extraño y quería marcharme de ahí.
-¡Quedate a cenar –dice mi tía- que yo ahora entro a la guardia! Así le hacés compañía al tío y a Maxi. Ya que es sábado, pueden ver una peli y acostarse un poco más tarde.
-Sí, tu tía tiene razón Ale, quedate –dijo mi tío al pasar- Y cambien esa cara que no murió nadie 
-Ok… Me quedo -me oigo decir, aún sabiendo que una buena cena con mi primo y mi tío no cambiaría ni de lejos el estado de las cosas. Mi tío hizo asado y comimos mirando la tele. Yo estaba demasiado nervioso. Y el silencio entre los tres me hacía poner más incómodo. En la pantalla del televisor un tipo con los cabellos de colores hablaba sobre la singularidad del arte iconoclasta y surrealista del siglo anterior, y lo hacía en un extraño y almidonando acento español, mitad francés, mitad italiano, pero pronunciando ridículamente las zetas y las ces como lo hacen los españoles cuando hablan. Escuchar aquel acento extranjero se me antojó como una condena y una sentencia a algo muy malo. Me mataba.
Al acabar el programa mi tío apaga el tele, como si ese gesto fuese la cosa justa que debía hacer.
-Bueno, vamos a hablar de lo de hoy –nos dice mi tío mirándonos fijo, a lo que nosotros empezamos a querer dar explicaciones. 
-¡Shh! Ya cállense los dos y me escuchan -nos ordena mí tío Richard. Lo primero que tienen que saber -añadió- es que no están haciendo nada malo. Es normal, cuando tienen su edad, sentir deseos, calentura, que se les pare la pija cualquier hora...
Me daba un poco de morbo la soltura con la que hablaba. Escuchar las palabras pija parada de la boca de mi tío me provocó un cosquilleo en la verga, algo de lo que no me avergonzaba demasiado en esos momentos.
-Por lo que pude ver –continuó- hace un tiempo que vienen haciendo esto. Tienen que tener cuidado de que nadie los vea. Si bien no es nada malo, la gente de este pueblo es muy chusma y malintencionada. Así que por favor, en el futuro asegúrense de que nadie los vea. La verdad es que los interrumpí, porque vi como se la querías poner a tu primo –dijo mirando a Maxi-. El sexo anal es muy placentero. 
-Pa, ¿como sabes...? -escuché preguntar a mi primo.
-No me interrumpas, hijo y guardá silencio -le contestó- El sexo anal hay que hacerlo bien. Porque si no se puede desgarrar uno el ano y eso es fatal. Vos Maxi, ¿alguna vez cogiste por el culo?
-No, nunca pá -respondió mi primo en un susurro.
-Ok. Y vos Ale, ¿alguna vez te la metieron por el culo?
-No tío. Nunca.
Al decir esto, una sonrisa pícara y traviesa se dibujó en la cara de mi tío. Una sonrisa que ya había visto otras veces cuando alguna idea alocada se le cruzaba por la cabeza. Sus ojos parecieron brillar en el salón .
-Entonces va a ser mejor que les explique. ¿Quieren aprender. muchachos?
-¡Siii! –dijimos al unísono. No es que nos estuvierámos muriendo de ganas por aprender en esos momentos. Supongo que lo único que deseábamos los dos es que aquella suerte de reprimenda terminara de una vez, para poder subir a acostarnos, y olvidar pronto todo aquello. 
-Vamos para la pieza así estamos más cómodos.
Me temí lo peor. Verle dirigirse a su recámara e imaginarle blandiendo unos azotes con un cinturón sobre mis desnudas nalgas fue todo uno. Quise fundirme ahí mismo, que me tragara la tierra. Mientras le aguardamos en el cuarto de Maxi yo me sentía zozobrar. Durante el minuto que estuvo fuera, ni Maxi ni yo fuimos capaces de articular palabra. No obstante y para nuestra sorpresa, cuando regresó, no trajo consigo ningún cinturón. Su mano izquierda sólo agarraba un bote de alguna clase de crema, crema de manos, se me antojó. Me enteraría más tarde que el contenido de aquel bote era simplemente un lubricante. A tenor de lo ocurrido después, aquel envase de lubricante estuvo de más. Mi tío se sentó en la silla del escritorio y dijo:
-Van a hacer todo lo que yo les diga que hagan. ¿Me oyeron?
El tono firme de su voz no daba lugar a dudas ni a desobediencias.
-Maxi, sacale la ropa a Ale.
Maxi me empezó a desvestir. Me sacó la remera y el short. Cuando me iba a bajar los calzones mi tío le detuvo.
-Todavía no. Ale date vuelta. Mostrame tu culito.
Yo me dejaba hacer. No sabía muy bien qué era todo eso, pero me gustaba. Me estaba calentando. Y al parecer, mi primo también. Sentía su aliento caliente en mi cara y su bulto ya duro apoyándome en un costado.
-Bien chicos, eso es. Maxi, tocale la cola a tu primo. Despacito, para que se relaje. ¿Te gusta Ale?
-Sí tío, mucho.
-Y a vos Maxi?
-Sí papá.
-Tocale la rayita Maxi. ¿La sentís?
-Si pá. Está caliente. Je.
-Ahora hijo, arrodíllate y bajale despacio el slip.
Maxi se arrodilló atrás mío y me fue bajando lentamente el slip. Yo escuchaba como mi tío susurraba palabras entrecortadas que me sonaron a uff eso es, despacito, uff si, dale y eso me calentó completamente. Mi tío mandaba, mi tío ordenaba y para mi sorpresa, ahora que lo pienso, él también estaba ejerciendo el papel de voyeur a la perfección. Juro que no me había dado cuenta hasta ese momento de lo que estaba pasando, ya que, me di vuelta y miré a mi primo para ver cómo estaba. Le vi arrodillado, con su cara a centímetros de mi culito, sobándose el bulto. Me miró fijo y se mordió el labio de abajo mientras suspiraba. Ahí lo vi bien, con 18 años, ya tenía aspecto de que iba a ser un hombre hermoso, con una barbita incipiente, y unos pocos pelitos en su pecho blanco. Me provocó su pelo rapado y un arito en la oreja, e hacieron que yo incoscientemente acercara mi culito a su cara. Pero la voz de mi tío me trajo de nuevo a la realidad.
-Eso Ale, sacá culito para tu primo. Veo que aprendés rápido. Y vos hijo, agarrale el culo a tu primo, dale. Y ahora pasale la lengua por la rayita -ordenó- Esa rayita se te antoja dulce, hijo. Es para vos un manjar.
-¡Papá! ¿En serio? –Maxi se dió vuelta y vio a su padre, como yo lo vi, masajeándose el bulto por encima del short de fútbol. A mis 16 años me pareció un bulto gigante.
-Dale nene, haceme caso. Que les va a gustar a los dos.
Maxi sacó su lengua, cerró sus ojos y me lamió la raya, teniendo cuidado de lamer también mi agujero. Sus 18 años de edad significaban una experiencia en estas cosas con la que yo no contaba. ¡Y qué lindo se sentía! Eso era el paraíso. A él también le gustó, porque no paraba de hacerlo, mientras que con sus manos me separaba las nalgas y me chupaba la raya como si fuera un helado. Y con mi agujerito como meta, jugó con él un rato, usando la punta de su lengua.
-¡Escupilo! ¡Dale Maxi –ordenaba mi tío- ahora chúpalo, abrile bien el orto.
Mientras mi primo me chupaba bien la colita, yo estaba con las manos contra la pared, en el Séptimo Cielo. Se me hacía muy difícil aceptar que estábamos haciendo todo aquello en presencia de mi tío, como parte de alguna suerte de castigo. Me di vuelta una vez más, como ya hizo Sara, la esposa de Lot, casi convencido de que no observaría catástrofe alguna a mi alrededor. En lugar de eso, pude ver a mi tío y lo vi cómo se pajeaba despacio. Tenía la pija afuera y se la lubricaba con saliva. Su verga era bastante grande, cabezona y rosadita como la de su hijo, pero más gruesa. Una vena la recorría desde las bolas, grandotas y peludas, hasta casi la cabeza. Le miré fijo y él me miró. Yo estaba extasiado, mi primo me comía el orto, jugaba con su lengua en mi agujero, seguiendo las órdenes de su papá y este se pajeaba mirándonos. Me lo dicen ayer y ni me lo creo.
-¡Ahora Maxi escupile el culo al putito de tu primo y metele un dedo! -clamó mi tío Richard- Pero despacio, bebé. ¿Estás caliente hijo?
-See pá, a full -exclamó Maxi, que ya suspiraba.
-¡Apoyale la cabeza de la verga para que sienta lo que le espera! -le ordenó su papá.
Mi primo me apoyó la cabecita de su pene en mi agujero, y lo sentí a full, teniendo el orto súper sensible de todo el trabajo que me había hecho. La sentí húmeda, caliente y latiendo en la puerta de mi colita virgen. Mi primo empezó a apoyarme como hacíamos siempre, pero esta vez, al tener el orto lubricado con su saliva, la pija resbalaba más entre mis nalgas.
-¡Ahora Ale, quiero ver como se la chupas a mi hijo! –sentenció mi tío. -¡Dale, no más!
Me agaché rápido y me la llevé a la boca. Chupar pijas era lo que más me gustaba. Me la tragué toda, así de una. Los gemidos de placer de Maxi llenaron la pieza. Al llenarme la boca con su verga me dio arcadas, así que me la saqué y empecé a recorrerla con la lengua y los labios. Largaba mucho precum, pero yo me lo dejaba en la boca y se lo escupía en la verga y poder tragarla hasta el fondo. La sentía bien al fondo de la garganta, mientras mi primo me agarró la cabeza y me tuvo así un rato, violándome la boca con su pija. Me encantaba. Me lloraban los ojos de lo llena que tenía la boca. Sus suspiros de placer no cesaban, cogiéndome la garganta hasta el fondo. Cuando la sacaba, yo le chupaba las bolas y mi primo se pajeaba en mi cara, gimiendo casi a gritos.
-¡Cómo te gusta chupar pija Ale! -exclamó tío Richard- Te veía con cara de petero (2). ¿Por qué no venís y le haces lo mismo al tío? –dijo mirándome fijo mientras se agarraba la verga, mostrándomela como un trofeo.
Sin dudarlo fui y me metí ese pedazo de carne en la boca. Tenía un olor a macho que ni mi primo no tenía. Las bolas grandes y peludas fueron para mi un festín; las lamí, las chupé, las mordí, mientras que con una mano tenía bien agarrada la verga de mi tío. 
-¡Maxi, vení para acá! -le pidió a su hijo- Parece que tu primo está muy entretenido con mis huevos. Vos dedicate a la pija de papá –ordenó mi tío con voz firme, toda vez que me acariciaba la cabeza. Maxi se acercó y se arrodilló al lado mío. Nos besamos y acto seguido le empezó a chupar la pija a su papá. Estaba tan caliente, que nunca lo había visto así. Se la quería comer entera a su padre, pero no entraba.
-¡Despacio nene! -exclamó tío Richard- ¿Te gusta la pija de papi?
-Ajam –decía Maxi sin sacarse la verga de su papá y mirándole a los ojos. Fue un milagro no atragantarse.
-¡Dale hijo! -suspìró éste- ¡Qué bien que la chupas, ufff! -y añadió: ¡Se nota que hace rato se están divirtiendo solos! Y Así estábamos, mi tío desparramado en el sillón, con las gambas abiertas, mientras mi primo y yo le comíamos la verga. La pieza se había convertido en un lío de chupadas y gemidos de placer. El olor, a macho.
-¡Uff qué rico bebé! ¡Qué linda boquita tenés! –le decía mi tío a su hijo.
Y al rato, una nueva orden de tío Max llegó:
-¡Tocale la cola a Ale y mírenme!
Maxi, ya covertido en un autómata, se chupó un dedo y me lo llevó a la cola.
-¡See dale putito, seguí así! -suspiró tío Richard, disfrutando de su propio show.
-Tío –dije al fin- ahora quiero que vos me chupés la colita. ¡Quiero sentir tu barba!
A mi tío se le iluminó la cara cuando dije esto. Para esa altura, a mi me pareció lo más lógico; es decir, tío Richard debía ahora comerse mi orto y jugar con mi agujerito. No había lugar para zafarse.
-¡See bebé, ponete en la cama en cuatro!
Rápidamente, me acomodé en la cama, sacando culo lo más que podía. Mi tío se abalanzó como un salvaje a chuparme la cola. Sentía su barba raspando mis nalgas, sus fuertes manos agarrándome los cachetes y su lengua introduciéndose en mi ano. Aquello era una buena escenificación del más puro delirio.
-¡Qué rico culito que tenés Ale! -exclamó tío Richard entre mis nalguitas- ¡Este agujerito rosa me vuelve loco!–decía mientras me escupía y volvía a pasarme la lengua por mi agujerito.
A todo esto, Maxi, observaba y se pajeaba, con cuidado de no venirse.
-¡Dale boludo! -inquirió tío Richard- ¡Vení acá y comeme el culo a mí, hijo, a ver si lo hacés tan bien.
Y rápidamente, mi primo se hundió en el culo peludo de su papá. Como ya dije antes, mi primo Maxi había olvidado su voluntad y ya solo obedecía a su papá. No me sorpendió nada que tío Richard pronto mostrara signos de absoluta satisfacción.
-¡Nene, lo hacés muy bien por ser la primera vez! -exclamó este delirante- ¡Ahora cogeme el culo con tu lengua, muchacho! 
Y Maxi obedeció.
-¡Ahhh si! ¡Dale pendejo! -ordenó mi tío retorciéndose de placer. Eso no impidió que tío Richard emepzara a meterme un dedo mientras yo gemía y pedía más. 
-¿Te gusta putito como te abro la colita? -preguntó más que afirmó mi tío, ya empapado en sudor. -¡Maxi, vení aca! ¡Cómo nos vamos a divertir nosotros tres! –Y agarró a Maxi de los pelos y se lo llevó hacia su pija.
-¡Dale nene, ya es hora de que le comás la pija a papi y de chuparle el orto a tu primo!
Un gemido agudo se interpuso a todos los demás. Emergió de la garganta de tío Richard en el momento en que su hijo se tragó su verga. Nuevamente, como la mujer de Lot, al volver atrás un poco mi cabecita, logré captar cláramente la escena. Mi primo se la chupaba con furia. Se atragantaba y me escupía la cola. Esto lo puso como loco a mi tío y me mandó dos dedos de golpe, abriéndome un poco más la colita. Aquello duró por varios minutos, pero la imagen de mi primo Maxi llenándose la boca de la verga de su padre es algo que no voy a olvidar facilmente, ya que se me para con sólo pensarlo.
-¡Bueno hijo, vení! Ya es hora de que la pongas -dictaminó tío Richard.
Yo aún estaba en cuatro, y mi primo se colocó detrás de mi mientras mi tío se puso atrás de mi primo y lo agarró de la cintura para acomodarlo. Le hablaba al oído mientras le apoyaba. Pareció guiarle.
-Poné la puntita en el agujero y empujá despacito -dijo su padre entre susurros.
Y por fin, la verga de mi primo entró en mi culo con total facilidad. Mi primo me estaba desvirgando y mi tío le estaba ayudando a hacerlo. Yo me sentí a full, muy caliente. Aquello el delirio. Mi primo seguía empujando, mientras yo experimentaba los placeres más exquisitos del sexo. Sentía su pedazo duro entrar en mi, abriéndome en dos. No podía más de placer. Pronto sentí el pubis de mi primo chocar contra mi culo, e hice fuerza para atrás para sentirla toda bien adentro. Maxi comenzó a sacarla y a meterla despacio, mientras yo gemía y gritaba como una nena en el patio de recreo. En un momento escucho que mi tío le dice a Maxi:
-¿Te gusta hijito? ¿Te gustaría que papi te coja así?
-¡Si papi, me encantaría! -exclamó Maxi- ¡Cogeme, papi!
Escuchar esto me puso como loco y a gritos le pedía pija a mi primo.
-¡Dale Maxi, cógeme dale! -aullé- ¡No te detengás ni un momento!
En un momento se detiene y veo que mi tío le estaba besando el cuello y acariciando las tetillas. Maxi estaba gozando al máximo. Las manos peludas y grandes de mi tío sobre el cuerpo blanco y lampiño de Maxi me hizo saber qué era lo que yo más deseaba en aquellos momentos: un hombre que me haga gozar como una perra.
Finalmente, la voz de primo Maxi atronó en la recámara, como la única voz.
-¡Ayy me duele pá! -gritó Maxi, todavía con su pija adentro de mi culo.
-¡Shh quedate quietito nene, relájate! -suspiró su padre- ¡Ya entró toda!
Al parecer mi tío le metió toda la pija de golpe a su hijo. Éste se lo bancó(3) como un campeón, hasta que su orto se adaptó a tanta presión. Mi tío bombeaba el culo de su hijo sin parar y yo recibía las embestidas como un eco. Fue maravilloso sentir esa energía que venía de mi tío, pasaba por su hijo y llegaba hasta mi. Para esta altura, la pija de mi primo entraba y salía de mi interior con total comodidad.
-¿Te gusta hijo? –Decía mi tío- ¿Te gusta cómo te coge papi?
-¡Si papá, seguí! ¡No pares! -escuché decir a Maxi.
-¡No voy a parar! -le respondió su padre- ¡Te voy a coger todos los días! ¡A vos y al puto de tu primo!
Como en una deliciosa espiral de delirio, las embestidas del padre y del hijo, continuaron sucediéndose, e intercalándose unas sobre otras. Los gemidos de placer, en ocasiones aullidos, contribuyeron a la banda sonora. Era como subir disparados en un elevador de última generación, hasta que de repente, todo se detuvo. Mi tío salió y se sentó en el sillón.
-¡Acercate chiquito, que no quiero venirme aún! –me dijo- ¡Vení a sentarte a upa del tío, pero en este pedazo! -añadió señalándose aquella verga gruesa y venosa, sólida como una estaca. Se escupió la pija y se pajeó un poco, como chequeando la dureza de su masculinidad, mientras yo me acercaba.
-Antes date vuelta pendejo, que te quiero chupar el orto. -ordenó mi tío.
Le di la espalda y me agarró de la cintura llevándome con fuerza hacia él. Me hundió su cara en mi culo y me lamió furiosamente el ano. En medio de aquello, agarrando del brazo a su hijo, le convidó a compartir el manjar de mi culo, y mientras yo aún miraba, mi primo le empezó a chupar la boca la boca a su padre, y la lengua; compartían la saliva y me la ponían en el orto. Me escupían, mandaban dedos y se besaban.
Yo ya no pude aguantar más aquello. 
Y volteándome, me acomodo sobre él, y empiezo a bajar despacio sobre su tronco húmedo y de repente me agarra y presiona mis hombros, como queriendo hacer fuerza, para que su polla se clavara en mis entrañas de una puta vez. Y a fe que lo logró. La metió de un tirón, y yo pegué un grito fuerte porque me dolió.
-¡Shh cállate putito! -aulló mi tío, sosteniéndome por mis nalgas -¡Ahora vas a ver lo que se siente una buena pija! ¡Dale, movete!
Comencé a deslizarme arriba y debajo de la verga de mi tío. Sentía como entraba centímetro a centímetro hasta llegar a sus huevos morenos y peludos. Mi tío me miraba, extasiado, y yo nuevamente me sentía como metido en un elevador, en constante ascenso. Al poco, caí en la cuenta que mi primo nos observaba con lascivia pitnada en su mirada y se pajeaba con furia con la verga ahora nuevamente dentro de la boca su padre mientras yo subía y bajaba cada vez más rápido., empalado en la masculidad de tío Richard. Seguímos así un rato, gimiendo como si fuese nuestro último día, hasta que mi tío se levantó, aún conmigo con su pija adentro y me tiró sobre la cama, y me empezó a bombear patitas al hombro. ¡Cómo me estaba cogiendo!
Mi primo se tiró a chuparme la verga y yo quedé con la suya en mi cara, así que me la mandé a la boca, haciendo algo parecido a sesentainueve. Sentía como la pija de mi tío latía adentro mío, reventádome el orto. Hasta que la sacó y acabó, con un bramido, sobre mi pija y la cara de su hijo, que recibió la lechita con la lengua. Los primeros chorros fueron potentes y espesos. Salpicó para todos lados, luego me la volvió a meter y descargó el resto en mi colita. Mi primo seguía comiéndome la pija embadurnada de la leche de su papá. Tío Richard me chupó el culo tomándose su propia leche. Padre e hijo se miraron y se dieron un beso muy caliente, compartiendo la leche de mi tío.
-¿Te gusta la leche de papi?
-¡See pá, mucho! -dijo Maxi- ¡Calentita!
-Te la puedo dar todos los días, carajo. Ahora, compartila con tu primo.
Nos besamos los tres, nos pasamos la lengua por la cara, yo especialmente me dediqué a la barba de mi tío.
-¡Ahora faltan ustedes. A ver qué tanto les salta la leche!
Le acabamos en la cara y el pecho a mi tío, en medio de fuertes convulsiones. Nos limpió la verga con la lengua y nos besó a cada uno, compartiendo nuestro semen. Estuvimos así tirados con mi primo arriba del pecho peludo de mi tío un buen rato, hasta que empezamos a jugar nuevamente con su pija hasta que se despertó. Pero eso ya es otra historia.
Fin.
Autor: A. Miranda
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Argentinismos:
(1) -Zafarse y toda su conjugacion: Liberarse o librarse de una obligación.
(2) -Petero: Chupapollas, comepijas. Probablemente de la voz inglesa petting, coloquialismo de acariciarse y en español igual de coloquial, sobarse.
(3) -Bancarse y toda su conjugación: Soportar, aguantar

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