PROFUNDA AMISTAD.
- ¡Buenas tardes!
-¡Buenas tardes! Rodrigo esta en el patio. Pásale que ya me tengo que ir – dijo la madre de Rodrigo al abrirme la puerta.
Ella tenía un compromiso urgente y su esposo estaba trabajando también, así que estaría a solas con Rodrigo toda la tarde. En mis adentros me alegré de ello, pero no sospechaba que el día mejoraría mucho más aun, aunque en realidad no estaríamos solos. El hermano menor de Rodrigo, Gustavo, estaba en casa, pero siempre nos era fácil ignorarlo. Me los encontré a ambos en el patio y tras echar relajo y bromear un rato, Rodrigo y yo nos fuimos a su habitación a jugar a los vídeojuegos. Últimamente estábamos viciados a los vídeojuegos.
En ese entonces tenía aproximadamente tres años de conocer a Rodrigo en la escuela, y nos habíamos hecho buenos amigos. Inseparables a la hora del almuerzo y con las hormonas de esa edad, inevitablemente me entró una tentación enorme por su sexo, claro. Rodrigo tenía cabello negro corto y un poco largo en la nuca, unos ojos cafés muy vivos y una sonrisa que me obligaba a sonreír con él. No era un chico feo y varias chicas de otras clases se interesaban por él aunque él siempre metía la pata. Siempre fue muy torpe con las chicas. Siempre. Era su turno de jugar la Playstion y por alguna razón sentí que era mi oportunidad. ¿ De qué? No lo sabía con certeza, pero al estar él tumbado en la cama, me recosté entre sus piernas, con mi cabeza cerca de su entrepierna. Moví un poco mi mano para tocar su pierna y él protesto.
- ¡Hey! -exclamó -¡Párale ya!-
Me detuve un momento pero sin disimular nada le agarre el muslo y apreté
- ¿Te hace cosquillas? ¿Eh?
- ¡Hey! ¡Yaaa! -gritó mi amigo, y dando un respingo, trató de quitarme de encima suyo, sin soltar el control de la play, ni alejar la mirada de la pantalla.
-¿Qué te pasa güey? -exclamó más que preguntó.
Disimulando, que no hacía más que joderlo para interrumpir su juego, me estaba dando un agasajo apretando sus piernas y picando su estomago. Entre juegos infantiles mi mano paso a su entrepierna, a sus jeans. Apreté ese paquete que tantas ansias me daba y el dio un salto.
-¡Jajaja! - se rió, aparentemente pensando que se trataría de una broma entre meros machos- ¡No güey! ¡Ya déjame!
Estaba claro que Rodrigo aún lo estaba tomando como un juego, así que seguí pasando mi mano por su ingle, a veces acariciando sus bolas, riendo y siguiendo el juego. El movimiento debajo de la gruesa mezclilla era evidente. Sentía como se endurecía algo, y que empujaba queriendo salir...
– ¡Jajaja, ni con esto se te para, así de chiquita la debes de tener! –-me burlé, aunque pensase todo lo contrario. - ¿En serio? ¡Vas a ver, síguete haciendo el chisto! – me dijo burlón. Abrió el cierre y metió su mano en la hendidura, para luego sacarla junto con su miembro. Tomó el control y siguió jugando, triunfante. Ante mi estaba mi mejor amigo, con las piernas abiertas y con su verga saliendo del cierre de su pantalón. ¡Dios! ¡Ese miembro de tono un poco oscuro y con venas bien delineadas en su contorno! Del agujero de en medio del grueso pellejo se veía una puntita rosada que me encandilaba. Era el primer miembro masculino que veía en mi vida, e incitó a mi propia erección en ese momento, así como a que mi rostro se sonrojara. No sabía ya qué hacer y él pareció notar mi silencio. - ¡Sabía que te dejaría frio… todos se quedan así con la gran polla de Rodrigo! -exclamó triunfante, mi amigo, impostando su voz, como el narrador del programa de la tele de superhéroes....
Impasible al falsete de su voz, acerqué mi mano y toqué su verga. La acaricié. Sentí su suave tibieza y la moví un poco. Yo ya no sabía lo que hacía. ¿Acaso estaba quería masturbar a mi mejor amigo? ¿Sólo eso?
- ¡No güey, ya déjame! -susurró Rodrigó. Luego se agitó, pero no solté su miembro y decididamente empecé a masturbarle suavemente. Me esperaba un golpe de él, pero siguió con su juego, atento a la pantalla, haciendo que el monigote del vídeojuego siguiera dando patadas y puñetazos como un autómata. Luego Rodrigó pareció relajarse. El órgano viril seguía creciendo entre mis dedos al mismo tiempo que el mío, que casi taladraba mi pantalón por salir. El deseo me ganó y me lancé a engullir su erección. Mi buen amigo soltó el control de una buena vez y sobresaltado quiso incorporarse
– ¡No! ¡No! ¡No! -gritó. Su voz me sonó algo histérica. -¿Pero qué haces?
Yo no cedí hasta que dejo de moverse. Parecíera que ese miembro hervíese dentro de mi boca. Ya crecía un poquito más con cada chupada que le daba, chupadas entre cortadas, debido a mi inexperiencia, pero en ese punto Rodrigo ya no me rechazaba. Ya por fin había cedido.
– ¡Jorge! Que haces? ¡Aaaah! -Me levanté y dejé su polla húmeda y con el glande casi totalmente fuera
–¡Sabe rico! -le dije, por decir algo.
- ¿Te gusta, Jorge? – me preguntó con sorpresa, a lo que yo le pasé mi lengua de la base de su miembro hasta ese suave y rico glande – Si -afirmé- ¿A ti no?
- ¿Me la mamarias?
Obviamente la pregutna sobraba.
-¿En serio? - preguntó de nuevo.
Ante mi silencio, se relajó y puso los brazos detrás de su nuca. Sin pensarlo dos veces volví a engullir si sabroso órgano, tratando de abarcarlo todo con mucha dificultad. Fue un rato duro ese pedacito de paraíso, hasta que mi amigo se incorporó de nuevo y gritó colérico:
– ¿Qué carajo haces aquí?
- ¿Qué hacen? - preguntó una voz quebrada y aguda de adolescente. Provenía de la puerta. Era Gustavo, su hermanito.
–¡Nada idiota! ¡Vete ya!- chilló enfadado Rodrigo.
Yo no me inmute y seguí saboreando ese pedazo de carne en mi boca. Rodrigo se estiro y alcanzó mis pantalones con sus manos, le ayude con el cierre y sacó mi verga bien erecta. Titubeó al encontrarla ya húmeda pero sus manos finalmente cedieron a la tentación y me masturbó de un modo algo brusco.
-¡Ya Gustavo lárgate! -oí que Rodrigó decía encolerizado.
Su hermano aún no se iba hasta que un rato después escuché la puerta del cuarto cerrarse. Sentía mucho interés por obvias razones y me alegré de no haber visto su cara. No sabría cómo volver a mirarlo a la cara sabiendo que me encontró haciéndole sexo oral a su hermano mayor. La incomodidad de la posición no nos dejo durar mucho así, entonces nos recostamos uno junto al otro, masturbándonos mutuamente .
-¿Ya lo habías hecho antes? – me preguntó, a lo que le respondí que no. Yo no tenía claro qué respuesta dar
– No, todavía no… -añadí ruborizado. -No he llegado a tanto con las nenas de la escuela.
En realidad esperaba que ya tuviera experiencia, pero el que ambos fuéramos vírgenes, o por lo menos lo era yo, ayudó a que me relajara más y que me encendiera mas el morbo. Y sin más nos quitamos la playera y yo quedé encantado. No poseía un cuerpo de dios griego, más bien normalito, con barriga y algo de vello en el medio de su pecho, pero era el primer cuerpo desnudo que veía y me calentó aun más. Recorrí su joven piel con mis manos, disfrutando cada palmo, desde sus hombros hasta su ombligo. El hizo lo mismo y se cebó especialmente en mi pecho, imaginando quizás que eran pechos de una chica . Sobó mis pectorales circularmente y los apretó casi queriéndolos hacer crecer. Esto me hizo sentir muy sucio por alguna razón, y a él le encanto, ya notaba el sudor en su frente y su respiración agitarse. Su mirada era increíblemente pícara y se agacho a lamer mis pezones. Primero como un gato, pero eventualmente de forma más efusiva, abarcaba cuanto más podía, con ánimos casi de comérselos. Mis pezones se endurecían bajo el toque de su lengua y mi erección sufría bajo la presión de su peso. Tome su cabeza y la subí un poco y le di un beso en los labios. El me dio otro y continuamos subiendo el volumen de estos besos hasta hacerlos más escandalosos. Eran mis primeros besos, pero como algún tipo de instinto. Practicamos entre nosotros y enseguida nuestras lenguas se cruzaron y enredaron y nuestros labios devoraban la boca el uno del otro con la fuerza de la juventud y la excitación de la primera vez. Nos abrazamos y le rodeé con mis piernas. Nuestras manos pasaban de la espalda a nuestro trasero, empujando los pantalones hacia abajo para finalmente estar desnudos y poder empaparnos en nuestro sudor. Mis labios pasaban de sus labios a su cuello y nuca hasta que Rodrigo se dedicó a restregar su cadera contra la mía. Nuestras erecciones atrapadas entre nuestros cuerpos se frotaban mutuamente. Esto era mucho mejor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado antes. Jadeábamos y nos besábamos. Sudábamos como nunca antes habíamos sudado y Rodrigo botaba encima de mí con mis piernas alrededor suyo. Parecía que ya estábamos follando en todo el sentido de la palabra – ¿Te la meto? ¿Quieres que te penetre?- me cuestionó
- ¿Lo harías? -me oí preguntarle, como en sueños . Y luego creo que le pedí... o le rogué y supliqué que lo hiciera.
- ¡Si! -grité por fin sin ningún pudor- ¡Si, Rodrigo! ¡Fóllame!
- ¿Tanto la quieres? -bromeó él.
Tras unos segundos, se armó de valor y añadió:
-¡De haber sabido antes…! Sólo no vayas a decir nada
Sus absurdas inquietudes en aquel momento me hartaron y le besé abriendo más las piernas para él. Sus manos tentalearon mis huevos y bajaron hasta llegar a mi ano. Su cuerpo bajó y sentí su caliente espada tocar esa zona tan enervada en ese momento. Empujó y mi ano lo repelió. ¡Ese miembro tan húmedo con saliva resbalaba con mucha facilidad!
Y en pie abrió bien mis piernas para inspeccionar mi agujero con exactitud. Sentí pena por un instante, pero me gano la calentura al sentir de nuevo el fierro empujar. Mi piel cedía pero mi agujero no abría bien para que entrara. Era increíblemente frustrante. Me di la vuelta para intentarlo a cuatro patas y la polla empujaba, la punta entraba momentáneamente pero se resbalaba, o al dejar de presionar, mi culo sacaba los pocos milímetros que entraban. Rodrigo estaba encantado, no se cansaba de probar, pero yo por otro lado ya me estaba hartando. Me frustraba, y cada intento me causaba más y más dolor, y la erección y el deseo se me iban.
- ¡Jajaja jodeeer….no puedo creerlo…! -Clamó una voz, de nuevo desde la oscuridad del fondo de la puerta de su habitación. Esa no era la voz de mi amigo. Era una voz más delgada, aguda y rota. Una voz de adolescente. ¡De nuevo Gustavo! Ambos nos dimos la vuelta y en la puerta estaba el hermano menor de mi amigo, con una cara de sorpresa y estupefacción que no podía con ella. Y junto a él estaba su padre con una expresión de terror ensombreciendo su rostro, aún más desencajado y estático que la de su hijo menor.- ¿Pero qué hacen? -aulló el hombre.
Continuará...Por Devilman
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Mezclilla: tela de la que está hecha un prenda vaquera, como por ejemplo unos jeans.
Prefiero mezclilla en español, que el término inglés denim.
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¡Gracias Devilman!
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